Sr. Daniel Schuah
ALA MANO
Estimado Señor Schuah:
Para fines informativos, me ha planteado Vd una situación de
hechos y ha solicitado mi opinión al respecto.
Se trataría de un artista incapacitado hace varios años cuya
condición le impide toda labor creativa así como la creación de obras
relativamente reciente. Una
persona de su familia habría asumido la función de firmarlas a su nombre, de
moldear esculturas nuevas imitando el estilo del incapacitado en obras no
creadas por este y reproducir obras no autenticas en bronce con una imitación
de la firma. Esta persona
actualmente vende y distribuye dichas copias haciéndolas pasar todas como
originales. Según sus
declaraciones, recibió un poder del artista para efectuar estas operaciones, excluye
a todo perito que no sea ella misma de certificar la autenticidad de cualquier
obra de su familiar e incluso impugna la facultad de este de autenticar sus
propias obras; a pesar de hacer creer que obras realmente creadas por ella son
del artista incapacitado.
La situación descrita por Vd me parece inaudita y carente de toda
legitimidad incluso si tales acciones se basaran en un alegado ''poder'' cuya
validez podría fácilmente cuestionarse debido a la condición enfermiza del
supuesto poderdante y partiendo del absurdo de que una persona puede conferirle
a otra su propia identidad representada esta por una imitación de firma.
Entiendo que de ser ciertas tales actuaciones podrían exponer al
responsable a acciones en daños y perjuicios por lesionar la credibilidad de
las autenticaciones de las obras del artista y por consiguiente perjudicar
seriamente su mercado. Además podría
acarrear responsabilidad criminal bajo la legislación federal y el código penal
de Puerto Rico.
Si el caso que Vd describe fuese real en todos sus extremos entendería
yo que la persona que así actúa sufre de graves perturbaciones síquicas y necesitaría
tratamiento médico de inmediato así como asesoramiento legal urgente.
Los derechos autorales involucrados a mi juicio serian en primer
lugar el de atribución uno de los principales derechos llamados ''morales'' del
autor. Este derecho faculta al artista a atribuirse el crédito correspondiente
por la creación de sus obras y a sustraerlo en caso de que por alguna razón ya
no pueda identificarse con ellas. Es un derecho reconocido en la legislación puertorriqueña
de propiedad intelectual (31LPRA 1401-1402) así como en la federal de ''copyright''
(17 USC 106A) si el artista cumple con las condiciones requeridas para
cualificar como ''visual artist'' y entiendo que es ese el caso que estamos
considerando la legislación federal ocuparía el campo es decir prevalecería
sobre la legislación estatal.
Contrario a la mayoría de las jurisdicciones que califican a los
derechos morales como irrenunciable en la legislación federal el derecho de
atribución puede renunciarse si se hace expresamente y por escrito. Ello no significa,
sin embargo, que pueda renunciarse a favor de otra persona. En todas las jurisdicciones
los derechos morales son ‘‘personalísimos'' es decir, solo el autor puede
ejercerlos y son absolutamente intransferibles e inajenables. Prueba de ello es
que la jurisdicción federal ninguno de los derechos morales reconocidos puede ser
objeto de sucesión, herencia o legado.
El derecho muere con el artista. En nuestro ordenamiento el tribunal
supremo ha reconocido dicha naturaleza ''personalísima'' del derecho moral y específicamente
el de atribución en el caso Harguindey y la Universidad Interamericana (148DPR
13(1999)
Pero por añadidura se configuran también violaciones a los
derechos patrimoniales de reproducción (imitaciones en bronce) y distribución.
La responsabilidad del violador de los derechos morales es
estrictamente civil tanto en la legislación federal como en la estatal no así
sin embargo en cuanto a las violaciones de los derechos patrimoniales que bajo
la legislación federal (17USC 501) acarrea responsabilidad criminal con severas
sanciones. Se puede sufrir hasta 10 años de cárcel con una multa impuesta a discreción
del tribunal y la confiscación y destrucción mandatoria del material violador.
A mi juicio el caso contiene agravantes ya que existirían elementos de fraude
deliberado y por lo tanto las penas a fijarse podrían ser las máximas. El
efecto de estas sanciones en el mercado del artista legitimo, además seria
posiblemente devastador, incrementado la responsabilidad civil exponencialmente
en un procedimiento judicial distinto y separado del criminal.
Partiendo de la premisa de que el campo ocupado por la ley federal
en materia de derecho de autor no necesariamente elimina la jurisdicción
estatal si la conducta puede distinguirse de la ley de ''copyright'', define podría ser que en adición se
incurra en responsabilidad criminal bajo el código penal de puerto rico por los
delitos de falsificación, impostura, fraude y/o atribución falsa de identidad
si se configurasen los elementos de prueba necesarios en cada uno de esos casos.
No me toca a mí sin embargo
opinar sobre ello ya que está afuera de mi área de competencia. Recomiendo que con relación al anterior,
se consulte con un abogado criminalista.
Espero que esta misiva le sirva para la orientación solicitada. Mi
deseo no obstante es que las partes involucradas en este conflicto busquen a través
de sus representantes legales un espacio de consenso y conciliación y un
arreglo equitativo para evitar que se produzca un daño serio al arte puertorriqueño.
Como bien dijo el obispo surafricano Desmond Tutu, “la aplicación estricta de
la ley del Talion ''ojo por ojo, diente por diente'' tendrá como resultado que
las partes terminen tuertas.
Quedo de Vd.
Toda información subscrita en este artículo es completamente falsa y publicada con la intención de perjudicar a la Fundación de las artes Augusto Marín.Proviene del grupo de falsificadores que en represalia por haber sido acusados en corte por sus actos criminales.Habiendo falsificado las obras de Marín y otros artistas Puertorriqueños importantes, que han vendido en el mercado de arte en Puerto Rico y en el exterior. Su afán es vengarse al intentar desprestigiar a FAAM por haber sido expuestos en sus actos de adueñarse fraudulentamente de la propiedad y derechos correspondientes a Augusto Marín. Las esculturas que estos desalmados intentan presentar como falsas son totalmente genuinas. Fuerón realizadas por contrato con todos los permisos correspondientes. Se realizaron Ediciones Limitadas en bronce de la mejor calidad. El tal Dr. Salazar, "supuesto experto en derechos de autor" es un desconocido en el ambiente de arte, no dudo que sea una invención creada para intentar dar por ciertas las mentiras que el grupo de descarados criminales prestenden sustentar. Aquellos que conocen a Lissy Marín y a los colaboradores autorizados de la Fundación de las Artes Augusto Marín, conocen la honestidad de sus acciones. FAAM es liderada por la hija de Marín quien fue autorizada en vida por su padre para manejar sus asuntos y su obra. Ella lleva años luchando contra la partida de cubanos extranjeros que han falsificado los cuadros de este cotizado maestro del arte puertorriqqueño. Finalmente logró una sentencia en su contra donde se demostró en corte judicial la burda falsificación de tres pinturas que le vendieron a un coleccionista del estado de Florida. La corte dictaminó en una sentencia substancial la falsedad de dichas pinturas y ordenó sentencia. Que quede claramente constatado aquí que la información sometida en este blog alegando fraude en la FAAM es una total fabricación carente de toda veracidad. Se dice que una mentira dicha muchas veces, eventualmente, la gente pensará que es verdad. Quiero enfatizar que la verdad no puede ser desbancada con meros rumores malintencionados. Les ofrezco la verdad para beneficio de los puertorriqueños que admiramos la labor de FAAM de preservar la valiosa aportación a la cultura que legó Augusto Marín al pueblo de Puerto Rico.
ResponderBorrarToda información subscrita en este artículo es completamente falsa y publicada con la intención de perjudicar a la Fundación de las artes Augusto Marín.Proviene del grupo de falsificadores que en represalia por haber sido acusados en corte por sus actos criminales.Habiendo falsificado las obras de Marín y otros artistas Puertorriqueños importantes, que han vendido en el mercado de arte en Puerto Rico y en el exterior. Su afán es vengarse al intentar desprestigiar a FAAM por haber sido expuestos en sus actos de adueñarse fraudulentamente de la propiedad y derechos correspondientes a Augusto Marín. Las esculturas que estos desalmados intentan presentar como falsas son totalmente genuinas. Fuerón realizadas por contrato con todos los permisos correspondientes. Se realizaron Ediciones Limitadas en bronce de la mejor calidad. El tal Dr. Salazar, "supuesto experto en derechos de autor" es un desconocido en el ambiente de arte, no dudo que sea una invención creada para intentar dar por ciertas las mentiras que el grupo de descarados criminales prestenden sustentar. Aquellos que conocen a Lissy Marín y a los colaboradores autorizados de la Fundación de las Artes Augusto Marín, conocen la honestidad de sus acciones. FAAM es liderada por la hija de Marín quien fue autorizada en vida por su padre para manejar sus asuntos y su obra. Ella lleva años luchando contra la partida de cubanos extranjeros que han falsificado los cuadros de este cotizado maestro del arte puertorriqqueño. Finalmente logró una sentencia en su contra donde se demostró en corte judicial la burda falsificación de tres pinturas que le vendieron a un coleccionista del estado de Florida. La corte dictaminó en una sentencia substancial la falsedad de dichas pinturas y ordenó sentencia. Que quede claramente constatado aquí que la información sometida en este blog alegando fraude en la FAAM es una total fabricación carente de toda veracidad. Se dice que una mentira dicha muchas veces, eventualmente, la gente pensará que es verdad. Quiero enfatizar que la verdad no puede ser desbancada con meros rumores malintencionados. Les ofrezco la verdad para beneficio de los puertorriqueños que admiramos la labor de FAAM de preservar la valiosa aportación a la cultura que legó Augusto Marín al pueblo de Puerto Rico.
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